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lunes, 9 de diciembre de 2013

Capitulos de Maratom

CAPITULO 7 
Estaba petrificada mirándolo, sus labios rozaron los míos y su aliento embriagador inundó mi boca hasta la garganta, mientras mi mente trataba de procesar su propuesta. Con un dedo recorrió mis labios sin quitarme la vista de los ojos.

– Anda, compláceme, quiero ver como lo hiciste – pidió de nuevo.

Entonces se sentó en la orilla de la cama, yo sentía que mi corazón se me salía por la boca, nunca antes había experimentado algo así, pero, él lograba sacar una parte de mí que desconocía que tenía, así que le sonreí seductoramente y comencé a desabrochar mi blusa mientras las yemas de mis dedos acariciaban la piel que iba quedando al descubierto. Él tenía sus ojos fijos en mí y esa era razón suficiente para estar excitada.

Le di la espalda y bajé la blusa de un lado, desnudando uno de mis hombros, después bajé la otra parte y acaricié mi otro hombro, finalmente me quité la blusa y la tiré al suelo, desabroché el sostén y me lo quité. Me di la vuelta con mis manos sobre mis senos que impedían verlos, me los acaricié con los dedos pulgares sin quitarle los ojos de encima, me masajeé los senos y después jugueteé con mis pezones apretándolos un poco y él colocó su mano sobre el bulto que se le marcaba en el pantalón, yo le sonreí, me agradaba demasiado ver que yo era la causante de esa erección. Nuevamente le di la espalda y bajé el cierre de mi falda que instantes después cayó al suelo, dejando a su vista mis nalgas con un sutil tanga de encaje que comencé a bajar lentamente.

Una vez completamente desnuda me senté en el sillón frente a él, que ya se había librado de la prisión de su pantalón y acariciaba su erección, eso me impulsó y me acaricié el cuello, mi mano bajó por entre mis senos, pasó por mi estómago y finalmente se colocó en mi parte más intima, me arqueé un poco mientras me frotaba con dos dedos que después inserté y saqué en repetidas ocasiones ya jadeando, cerré los ojos al sentir que casi llegaba al orgasmo cuando, de pronto, él me detuvo, evitando que eso sucediera. Tomó mis dedos y se los llevó a la boca, los chupó unos instantes, después soltó mi mano y vi como se colocaba el condón, se colocó sobre mí y se introdujo de un tirón, emití un grito al sentirlo dentro con esa fuerza, sus manos sostenían mis piernas a la altura de las rodillas mientras entraba y salía de mí fuertemente, gimiendo al igual que yo, su expresión retorcida me fascinaba y entonces lo detuve obligándolo a salir de mí, me miró confundido.


– ¿Qué haces? – preguntó con la voz entrecortada.

– Lo que me pediste, complacerte – susurré en su oído.

Hice que se sentara en el sillón y yo me senté encima de él, hincada son las piernas abiertas, absorbiendo su miembro en mi interior, él puso sus manos en mi cintura, pero, yo las retiré y las entrelacé con las mías colocándolas a un lado de él, impidiéndole que me tocara, él me miró fascinado mientras yo me movía libremente lamiendo su cuello y después gimiendo en su oreja, asegurándome que mi aliento le llegara al interior. Comencé a moverme con más velocidad, faltaba poco para llegar al éxtasis y juntos lo alcanzamos emitiendo un gemido bastante audible. Me dejé caer sobre su hombro y le solté las manos. Emití otro gemido que no pude evitar y él soltó una risita. Me senté a su lado con las piernas temblorosas recuperando poco a poco mi respiración normal, de pronto un gruñido proveniente de mi estómago hizo que me avergonzará.

– El ejercicio intenso provoca hambre – dijo sonriendo.

– Sí, la falta de alimento también, hoy no comí porque… – él arqueó una ceja y entonces recordé las reglas, estaba a punto de dar más información de la necesaria – no me dio tiempo – terminé diciendo.

– Bueno, podemos pedir servicio a cuarto.

– ¿A esta hora? – pregunté sorprendida, calculé que serían cerca de las diez de la noche.

– En este hotel hay servicio las 24 horas.

Se levantó del sillón y lo miré caminar desnudo, tenía un cuerpo muy bien tornificado, supuse que hacía ejercicio. Tomó el teléfono y digitó tres números, se volteó hacia mí.

– ¿Qué quieres? – preguntó y después le dijo a quien le respondió que esperara.

– No conozco el menú de aquí, ¿alguna sugerencia?

– Hamburguesa, son lo mejor.

– Vale, una, pero las papas en otro plato, por favor… gracias.

Me miró algo extrañado mientras le repetía a su interlocutor lo que yo le había dicho y pidió otra hamburguesa sin cebolla y dos zumos, entonces, la sorprendida fui yo, no imaginé que fuera a acompañarme. Colgó el teléfono y se acostó sobre la cama, tomó el control remoto y encendió el enorme televisor de pantalla plana, yo me metí al baño a lavarme las manos.

Me miré al espejo, tenía en el rostro una amplia sonrisa, él surtía un efecto en mí bastante poderoso, todo de él me afectaba, su olor, su sabor, su cuerpo. Recordé las reglas y decidí quedarme ahí mientras llegaba la comida, preferí eso a salir y soportar su indiferencia. Minutos después salí envuelta en una toalla, no supe porque, pero me daba vergüenza que me viera desnuda si no estábamos teniendo relaciones, él tenía puesta una bata blanca con el logotipo del hotel y estaba sentado frente a la mesa, las hamburguesas ya habían llegado, así que recorrí la silla frente a él y me senté y empecé a comer mientras él hacía lo propio y me miraba.

– Son ricas, ¿verdad? – preguntó y después se comió una patata,

– Sí, tienen un sabor especial.

– Receta secreta de la casa.



Le sonreí mientras le daba otra mordida a mi hamburguesa, era tan extraño todo eso, de pronto, sentí que su pie acariciaba mi rodilla, cerré los ojos en automático, no podía controlarme cuando sentía su piel rozar la mía, abrí los ojos y me sonreía traviesamente, decidí seguirle el juego, así que tomé la patata más larga que vi, hice mi cabeza hacia atrás y la introduje completa en mi boca, él frunció el ceño encantado y se mordió el labio inferior mientras yo masticaba la patata lentamente, su pie seguía acariciando mi pierna de la rodilla hacia abajo, abrí un poco las piernas y me deslicé un poco en la silla para que él pudiera alcanzar la parte interna de mi muslo, tomé la hamburguesa y la mordí suavemente, tratando de que pareciera sensual, él me miraba y sonreía, noté que su pecho se movía un tanto agitado, al parecer la seducción a través de la comida estaba funcionando, yo sentía humedecer mi parte más íntima.

Terminamos de comer y bebí el zumo que habían llevado, jugueteando sensualmente con el popote, él también se bebió el suyo creo que de un solo trago. Se levantó y de su pantalón saco otro condón y se quitó la bata. Mi respiración ya estaba agitada, necesitaba de él y con cada encuentro crecía más esa necesidad.

Se acercó a mí completamente desnudo, me quitó la toalla y me besó desesperadamente mientras nuestros sexos se frotaban. Con una mano hice a un lado los platos y él me ayudó a sentarme sobre la mesa, abrí las piernas sólo lo necesario para dejarlo entrar y después enrollé mis piernas en su cintura, aprisionándolo para lograr un mejor roce mientras él se movía en mi interior. Le supliqué por más con mi voz distorsionada, él sonreía satisfecho de escuchar eso e incrementaba los movimientos, tenía una de sus manos en mi cuello y la otra en mi muslo que apretaba ligeramente, yo hice la cabeza hacia atrás por la intensa excitación que sentía, mis manos estaban sobre su pecho, subiendo y bajando, acariciando sus pezones. Hice mi cabeza hacia adelante y él me besó con ansias, moviendo su lengua sobre la mía de manera intensa, los movimientos de su cadera aumentaron más y él rompió el beso, un gruñido escapó de su boca mientras terminaba dentro de mí ocasionando que yo también llegara al clímax literalmente maullando. Volvió a besarme sin salirse de mí y después recargó su cabeza en mi hombro tratando de recobrar la conciencia al igual que yo.

Se separó y sentí un enorme vacío en mi interior cuando su masculinidad salió de mí, podría tenerla por toda la noche dentro. Se metió al baño y entonces yo tomé mi sostén y me lo puse, al igual que mi blusa que empecé a abrochar.


– ¿Qué haces? – lo escuché decir y me sobresalté.

– Vistiéndome – dije con un tono de voz como si no fuera evidente.

– Aún no terminamos o, ¿ya te tienes que ir?

– No, es sólo que… bueno, entre las reglas y tu actitud, no sé cuando esto se acaba.

– Cuando veas que yo me visto esa es la señal – dijo fríamente.


CAPITULO 8

Yo debía estarme volviendo loca, esa frialdad, esa indiferencia, esas extrañas reglas, lejos de hacer que saliera corriendo de ahí me plantaban en esa habitación, como un árbol echando raíces. Él ejercía un extraño embrujo en mí, estaba volviéndome adicta, esa era la palabra correcta para describir lo que sentía, nunca antes había experimentado esa sensación, tomaba alcohol en fiestas, pero nunca he sentido la necesidad de consumirlo sin sentido, el cigarro lo había probado sólo una vez y no me gustó. Pero, el verlo ahí, parado frente a mí, mirándome como si me estuviera analizando me hacía desearlo, necesitarlo y sentirlo dentro de mí y eso debía sentir un alcohólico cuando tenía una botella enfrente.

Acortó la distancia que nos separaba, con la punta de su lengua lamió mis labios mientras sus dedos desabrochaban el par de botones que yo había logrado abrochar de mi blusa, la abrió y colocó sus manos en mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo en tanto introducía su lengua en mi boca y frotaba la mía. Mis manos rodearon su cuello y se lo acariciaron, sentí como desabrochaba mi sostén acariciando de paso la piel de mi espalda, me separé un poco mientras él me dejaba completamente desnuda de nuevo, sin dejar de besarnos, empezó a caminar dirigiéndome hacia la cama, cuando la sentí con la parte trasera de mis piernas me senté. Él fue por otro condón mientras yo me subía y me acostaba.

Él se tumbó en mí y lamió mis senos alternadamente, en tanto su mano acariciaba mi cadera, yo acariciaba su cabello, él continuó besándome hasta mi cuello, al que le dio ligeras mordidas. Lo hice darse la vuelta y yo fui ahora la que quedó encima de él, le besé y lamí el cuello tomando el condón de su mano, me hinqué sobre sus piernas y le coloqué el condón deslizando las yemas de mis dedos en su erección, él jadeo y acto seguido me senté sobre su miembro y comencé a moverme en círculos colocando mis manos sobre su abdomen apoyándome. Él gimió más fuerte.

– Oh sí, así – exclamó con la voz entre cortada.

– ¿Te gusta? – pregunté con un hilo de voz.

– Sí, sigue, no te detengas – suplicó.

Seguí moviéndome lentamente, tratando de prolongar la excitación, puse mis manos entre mis cabellos ahora moviéndome suavemente arriba y abajo sintiendo sus dedos apretar mis caderas y me detuve. Con un ágil movimiento, él hizo que me acostara y me embistió con fuerza, entrando y saliendo de mi cuerpo haciéndome gritar mientras nos mirábamos fijamente rozando sus labios con los míos, sentía su aliento que, aunado a sus movimientos, me estaba volviendo loca. Incrementó la velocidad y yo lo abracé con mis piernas por sus caderas, sentí que llegaba al orgasmo mientras él embestía por última vez y colapsaba en mi cuerpo.

– Eres fantástica – susurró en mi oído.

– Y tú eres único – respondí aún con la voz distorsionada.

A lo lejos escuchaba sonar mi movil, levanté mi mano hacia la mesita de noche, pero no lo sentí, entonces abrí los ojos y me enderecé un poco, me di cuenta que seguía en la habitación del hotel, no supe en qué momento me quede dormida, ni siquiera me di cuenta cuando él se levantó de la cama. Me levanté ya que el movil estaba dentro de mi bolso y cuando llegué a él había dejado de sonar, entonces un papel doblado estaba sobre la mesa, lo tomé y lo abrí, “Espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo”, decía con letra de ordenador, una enorme sonrisa apareció en mis labios, pero, me sobresalté al escuchar de nuevo mi movil, era Olivia en el identificador.

– ____, ¿dónde estás?, son las diez de la mañana y la junta con el nuevo cliente es a las once, Scott está desesperado porque no encuentra la presentación y tenemos horas buscándote, estaba a punto de marcar al 911.

– Estoy bien, sólo que me quede dormida y no escuché el despertador.

– Pues date prisa antes de que a Scott le dé un infarto y de paso a mí por estar escuchando sus gritos, prepárate porque te espera un fuerte regaño.


Me vestí a toda prisa y salí corriendo de ahí, afortunadamente un taxi iba pasando y lo tomé de inmediato, le indique la dirección de mi departamento y cuando arrancó me di cuenta que había dejado la nota sobre la mesa. Llegué y me di una ducha de cinco minutos, me puse el primer traje que alcancé con la mano, me cepillé rápidamente el cabello después de vestirme y salí disparada, en el taxi me maquillé.

Casi me caigo en las escaleras de la entrada del edificio por las prisas, pero logré detenerme del muro. Apreté el botón del ascensor mientras miraba mi reloj, eran 11:10 am. Las puertas se abrieron y salió un mar de gente, cuando estuvo ya vacío, me subí y apreté el botón del piso siete, pero en el piso dos se detuvo, entró un señor, volvió a detenerse en el piso tres y subieron dos chicas más, en el piso cinco bajo el señor y entro una señora de limpieza. Genial dije para mis adentros, cuando más prisa tiene uno es cuando todo se pone lento. Finalmente llegué a mi destino y salí rápidamente, acomodé mi pelo aún mojado.

– Vaya, hasta que llegas, el cliente ya está aquí y Scott está furioso.

– Perdón, es que no dormí bien anoche.

Entré a mi oficina y del cajón del escritorio saque el cd con la presentación y caminé a paso veloz a la oficina de mi jefe. En el umbral de la puerta mi corazón se detuvo cuando vi a un hombre con traje negro, era alto, delgado, de cabello corto y un poco alborotado que estaba parado de espaldas a mí y frente a mí jefe.

– Aquí viene mi colaboradora estrella – exclamó Scott cuando me vio cruzar por la puerta.

– Buenos días, perdón por la tardanza – dije nerviosa con un hilo de voz.

El hombre se dio la vuelta para mirarme y sentí que un frío recorrió mi espalda.

– Sr. McCan, le presento a ____ , la persona encargada de llevar su cuenta.

– Mucho gusto – dijo sonriente extendiéndome la mano.

– Igualmente – contesté estrechándosela.

El alma me volvió al cuerpo cuando me di cuenta que no era mi desconocido, suspiré aliviada y, entonces, caí en la cuenta de algo en lo que no había pensado, ¿existiría la posibilidad de que algún día me lo encontrara en la calle con los miles de habitantes que hay en esta ciudad?, ¿su trabajo tendría que ver con la publicidad?, sacudí la cabeza para librarme de esos pensamientos y me senté al lado del cliente.

La junta transcurrió de lo más normal, el Sr. McCan quedó bastante satisfecho con la presentación y nos indicó que necesitaba la campaña para el viernes por la tarde. En cuanto salió de la oficina, el corazón se me volvió a acelerar porque no había nada que me salvara del regaño de Scott y lo confirmé cuando cerró la puerta, ya que siempre la tiene abierta salvo cuando está con un cliente o cuando no quiere que los demás escuchen lo que tiene que decir. Caminó en silencio de regreso para sentarse frente a mí y coloco ambos brazos en la orilla del escritorio.

– Felicidades _____, la presentación estuvo estupenda como siempre.

– Gracias – respondí tímidamente mientras le daba un sorbo a mi vaso de agua.

– Pero, eso no te salva de que tengamos una charla tú y yo, sabes que te aprecio ____, eres una gran chica y además eres comprometida con tu trabajo y precisamente eso es lo que me preocupa, ¿qué pasa contigo?, la semana pasada llegaste tarde, no te dije nada porque fue un día después de tu cumpleaños y bueno, puede ser comprensible, pero hoy te retrasaste más de dos horas, no me dejaste la presentación y la tenías guardada con llave, no respondías el movil y no te reportaste para, al menos, saber que estabas bien.

– Perdón, te podría dar miles de excusas, pero la verdad fue que me quede dormida, anoche no dormí bien y mi celular estaba dentro de mi bolso y no lo escuchaba.

– Agradezco tu honestidad, eso es lo que me siempre me ha gustado de ti, pero aparte de eso, te noto extraña, has estado distraída, ausente, ayer confundiste los slogans de unas marcas que no tienen nada que ver entre sí, ¿tienes problemas ____?, sabes que puedes confiar en mí.

Me quedé en silencio, ¿qué iba a responderle?, que estaba perdiendo la razón por un extraño que me hacía suya de cuanta forma se le ocurría y que eso aumentaba más y más mi ansiedad de querer estar con él, que mi mente viajaba y fantaseaba con las ideas más inverosímiles que se me ocurrían con él, que a todo lo que había a mi alrededor le estaba encontrando un lado sexual que posiblemente ni tenía, que había descubierto una ____ sensual, traviesa, coqueta y sin inhibiciones que desconocía que existía y que sólo ese hombre desconocido hacía surgir, que me hacía sentir mujer como nadie lo había hecho jamás. Tomé un respiro antes de hablar.

– Creo que es una crisis post–cumpleaños – respondí deseando que me lo creyera.

– Niña, eso déjalo para mí que estoy a punto de cumplir 40 años, tú tienes 23, hasta podrías ser mi hija.

– Sí, pero, bueno, a mi edad mis papás ya se habían casado y yo ya había nacido – yo no deseaba eso, pero fue lo único convincente que se me ocurrió decir.

– Y por eso ahora están divorciados, tienes una larga vida por delante ____, eres brillante en tu profesión y tienes mucho futuro ahí, el matrimonio y los hijos vendrán después, todo en su adecuado momento.

– Lo sé, supongo que me entró un poco de depresión por estar sola en mi cumpleaños – dije mientras pensaba que fue lo mejor que pudo haberme pasado – pero, te prometo que a partir de hoy seré la misma chica responsable de siempre, no más llegadas tarde ni divagaciones en horas de trabajo.

– Tampoco quiero un robot _____, sólo quería asegurarme de que estuvieras bien.

– Y lo estoy, mejor que nunca, ¿puedo irme a mi oficina?

– Anda, que tienes mucho trabajo.

Me dirigí a mi oficina y Olivia me siguió para saber el reporte de la mini charla que había tenido con mi jefe, entramos y ella cerró la puerta y se sentó frente a mí mientras yo daba la vuelta al escritorio para ocupar mi lugar.

– ¿Qué te dijo Scott?

– Que estaba preocupado por mí porque últimamente llego tarde y ando distraída.

– ¿Y tú qué le dijiste?

– Que era una crisis por mi cumpleaños.

– Sí, claro, pero a mí sí me vas a decir la verdad.

– No tengo nada, sólo estoy saturada de trabajo y por lo mismo anoche no pude dormir, estoy estresada por el coctel que tendremos mañana, aún faltan detalles, por cierto, tenemos que ir al salón a checarlos.

– Sí, en verdad es un evento importante el de mañana, pero tú estás rara desde tu cumpleaños, algo sucedió ese día que no sé porque no me lo quieres decir – abrió los ojos como platos y se llevó las manos a la boca – Zayn al fin te pidió matrimonio, por eso andas así, toda nerviosa y ansiosa, te dio tiempo para pensarlo y por eso aún no traes puesto el anillo, mala amiga, con que ocultándome información.

– Que buena imaginación tienes Olivia, Zayn no me ha dado ningún anillo ni me ha pedido nada, ¿no recuerdas que me dejó plantada el día de mi cumpleaños?

– Bueno, es que no encuentro otra razón para tu repentino cambio, obviamente no se trata de un amante, no te atreverías a engañar a Zayn y menos con lo…

– Perfecto que es – la interrumpí porque ya me sabía esa línea de memoria – ¿tan aburrida soy?, como para no buscarme un amante que me entretenga mientras mi novio no está – ¿eso era en realidad ese extraño para mí?, ¿sólo un pasatiempo para mitigar mi soledad?, y si era eso porque cada día que pasaba anhelaba y deseaba más y más estar con él sin importarme lo demás.

– No eres aburrida ____, simplemente eres una chica con valores que ama a su novio y que jamás haría algo que pudiera dañarlo – se levantó de la silla – ¿a qué hora vamos al salón?

– Después del almuerzo.

– Vale, entonces iré por mi bolso porque ya sólo faltan cinco minutos para la una.

CAPITULO 9 (Fin del maratom)

Hoy hacía exactamente tres semanas desde mi último desliz, me había costado trabajo resistirme, tenía que reconocerlo, había noches en las que flaqueaba y tomaba el movil pero me obligaba a mí misma a ver la fotografía que nos tomaron a Zayn y a mí en Disneylandia para tomar valor y evitar llamar al extraño. Curiosamente Zayn se había dado más tiempo para estar conmigo, cenábamos juntos tres veces a la semana y todos los domingos habíamos ido al cine y entonces me sentí más culpable, porque si él estaba teniendo ese comportamiento es porque había notado algo raro en mí.

Esa noche me encontraba viendo el televisor en mi habitación, era viernes y a pesar de que eran las ocho yo ya estaba en pijama. Mi movil sonó y lo tomé de la mesa de noche, el identificador señalaba “número restringido”, eso me llamó mucho la atención, pero pensé que podría ser algún cliente de la agencia llamando de un Nextel, así que contesté. “Hola, buenas noches”, dije amablemente y me respondió el silencio, no se percibía ningún ruido, “hola, ¿hay alguien ahí?”, pregunta tonta porque evidentemente alguien me había marcado y debía sostener un teléfono del otro lado. Y, de pronto, escuché un suspiro que me erizó hasta la punta del último cabello seguido por el tun, tun, tun que indicaba que había colgado.

Mi corazón se había disparado y me quedé como estupida viendo fijamente mi movil, en espera de que volviera a sonar, pero nada. Me levanté bastante inquieta de la cama y empecé a caminar de un lado a otro de la habitación, como león enjaulado, ¿sería posible que fuera él buscándome?, ¿me habría echado de menos?, ¿significaba yo algo para él por mínimo que fuera? Habían pasado 15 minutos y yo seguía con el celular en la mano caminando, miré al televisor al que hacía rato no le hacía caso y una pareja se besaba intensamente en una teleserie y, dejé que la debilidad ganara la batalla, nerviosa busqué su número y lo llamé, después de cuatro timbrazos escuché de nuevo esa voz que me hacía perder la noción de todo.

– Hola – dijo sensualmente alterando todo mi ser.

– ¿Estás libre esta noche? – pregunté con el alma en un hilo.

– ¿Lo estás tú? – preguntó confundiéndome.

– ¿Acaso es un reclamo? – respondí seria.

– De ninguna manera, sabes que así no funciona.

– ¿Entonces nos podemos ver?

– Sí, en una hora en el lugar de siempre – dijo después de unos segundos en silencio.

Colgué y me quité el pijama inmediatamente, fui al armario y, como hacía frío, tomé unos pantones, una camisa ajustada y una chaqueta negra, me recogí el pelo en una coleta, me maquillé ligeramente y me puse perfume. Tomé mi bolso y salí del departamento.

Crucé el lobby y lo vi parado al lado de los ascensores, vestía también unos vaqueros y un suéter azul, le sonreí nerviosa y él me devolvió la sonrisa, como era su costumbre me ofreció su brazo y en cuanto lo tomé presionó el botón del ascensor.

– Buenas noches – dijo con esa hermosa voz aterciopelada.

– Buenas noches – respondí sintiendo como mi cuerpo temblaba.

Subimos y el ascensor se detuvo en el piso dos, subieron tal cantidad de personas que se llenó, yo estaba parada delante de él y sentía su cuerpo pegado al mío que,  su delicioso aroma y al movimiento propio del ascensor, provocó que mi cuerpo empezara a reaccionar. Él ladeo ligeramente la cabeza para exhalar justo en mi oreja y en ese momento la excitación aumento al máximo, ¿cómo se atrevía a tentarme de esa manera?, en un ascensor lleno de gente y con una cámara que grababa todo.

Finalmente bajamos en el piso 15 y parecía que él estaba empeñado en torturarme porque camino lentamente por el largo pasillo, con sus manos dentro de los bolsillos de sus cqueris aunque de igual forma me ofreció su brazo y yo se lo acariciaba suavemente mientras caminábamos.

– Permíteme unos minutos, necesito pasar primero al baño – señaló mientras deslizaba la tarjeta para que la puerta se abriera.

Yo asentí con la cabeza mordiéndome el labio inferior, así que me quede parada en la mitad de la habitación, esperando. Pasaron cinco minutos y no salía, definitivamente me estaba torturando, así que decidí devolverle la jugada. En cuanto salió me dio la sonrisa traviesa que me encantaba y se acercó a mí, levantó sus manos para tomar mi rostro pero yo se las tomé de las muñecas impidiéndoselo, me miró confundido y entonces lo besé con ansias, prácticamente devorándolo, como había extrañado su sabor, su lengua desenfrenada moviéndose y frotando la mía con la misma desesperación que yo sentía, quiso escaparse y entonces rompí el beso.

– Esta noche será a mi manera – susurré sensualmente en su oído.

– ¿Ah, sí?, ¿y qué tienes en mente? – preguntó mirándome fijamente a los ojos.

Le sonreí mientras lamía su cuello, su fuerza era mayor a la mía y logró soltarse, pero yo le aventé los brazos para evitar que me tocara en tanto mordisqueaba suavemente su cuello, empecé a levantar su suéter y él levanto las manos y se lo quité, traía una polera demasiado ajustada que marcaba perfectamente su anatomía, se la levanté un poco y comencé a lamerle el abdomen, él quiso poner sus manos en mis hombros y nuevamente se las quité, un jadeo escapó de sus labios, el juego estaba funcionando y sonreí mientras seguía lamiendo su torso al tiempo que subía la camisa hasta que se la quite por completo.

Volví a sonreírle y lo tiré a la cama, él se mordió el labio, yo me hinqué y le quité los zapatos y los calcetines. Después desabroché el cinturón y el pantalón que también le quité al igual que su ropa interior, me lamí los labios al ver su erección, en verdad lo había echado muchísimo de menos. Lo tomé con una mano y empecé a darle placer con mi boca, sus gemidos se intensificaron, yo seguía impidiéndole que me tocara y, rendido, se acostó en la cama mientras mis labios viajaban a lo largo de su erección hasta que sentí que estaba a punto de terminar, me detuve y me acerqué a sus labios que bese frenéticamente mientras mi mano acariciaba su masculinidad hasta hacerlo llegar al clímax segundos después.

Me separé un poco para mirarlo, la punta de mi nariz rozaba la suya, tenía una expresión de placer en el rostro que me fascinaba, me satisfacía sobre manera ser yo la responsable de esos gestos. Quiso besarme y yo hice mi cabeza hacia atrás pero alcanzó a lamer mis labios. De pronto me envolvió en sus brazos y me hizo acostarme en la cama, me tomó de las muñecas y extendió mis brazos a los lados de mi cabeza, yo quise librarme de su prisión, pero no pude, me sonrió una vez más.

– Ahora es mi turno – susurró mirándome fijamente a los ojos.
– Pero… – su boca en la mía silenció mi protesta.
– Fue tu idea jugar rudo esta vez – dijo en mis labios y su aliento inundó mi nariz – prohibido tocar o prolongaré más la tortura – sentenció mientras se hincaba en la cama, yo me lamí los labios.




Hola! sin mucho tiempo ... Aqui estan los 3 caps ... espero que les esten gustando ... Hasta pronto y que esten bien :)


2 comentarios:

  1. Buenizimaaa!! Estoy segura que fue Tom quien llamoo..

    Siguelaaa chachi ;(

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  2. :O super Hot jajajaj me encantoooo jejejeje oye una pregunta xq dice fin del maratom??? me encanta Tom para mi q ellos van a terminar enamorandose ojala sea asi :)

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