CAPITULO 7
Estaba petrificada mirándolo, sus labios rozaron los míos
y su aliento embriagador inundó mi boca hasta la garganta, mientras mi mente
trataba de procesar su propuesta. Con un dedo recorrió mis labios sin quitarme
la vista de los ojos.
– Anda, compláceme, quiero ver como lo hiciste – pidió de
nuevo.
Entonces se sentó en la orilla de la cama, yo sentía que
mi corazón se me salía por la boca, nunca antes había experimentado algo así,
pero, él lograba sacar una parte de mí que desconocía que tenía, así que le
sonreí seductoramente y comencé a desabrochar mi blusa mientras las yemas de
mis dedos acariciaban la piel que iba quedando al descubierto. Él tenía sus
ojos fijos en mí y esa era razón suficiente para estar excitada.
Le di la espalda y bajé la blusa de un lado, desnudando
uno de mis hombros, después bajé la otra parte y acaricié mi otro hombro,
finalmente me quité la blusa y la tiré al suelo, desabroché el sostén y me lo
quité. Me di la vuelta con mis manos sobre mis senos que impedían verlos, me
los acaricié con los dedos pulgares sin quitarle los ojos de encima, me masajeé
los senos y después jugueteé con mis pezones apretándolos un poco y él colocó
su mano sobre el bulto que se le marcaba en el pantalón, yo le sonreí, me
agradaba demasiado ver que yo era la causante de esa erección. Nuevamente le di
la espalda y bajé el cierre de mi falda que instantes después cayó al suelo,
dejando a su vista mis nalgas con un sutil tanga de encaje que comencé a bajar
lentamente.
Una vez completamente desnuda me senté en el sillón
frente a él, que ya se había librado de la prisión de su pantalón y acariciaba
su erección, eso me impulsó y me acaricié el cuello, mi mano bajó por entre mis
senos, pasó por mi estómago y finalmente se colocó en mi parte más intima, me
arqueé un poco mientras me frotaba con dos dedos que después inserté y saqué en
repetidas ocasiones ya jadeando, cerré los ojos al sentir que casi llegaba al
orgasmo cuando, de pronto, él me detuvo, evitando que eso sucediera. Tomó mis
dedos y se los llevó a la boca, los chupó unos instantes, después soltó mi mano
y vi como se colocaba el condón, se colocó sobre mí y se introdujo de un tirón,
emití un grito al sentirlo dentro con esa fuerza, sus manos sostenían mis
piernas a la altura de las rodillas mientras entraba y salía de mí fuertemente,
gimiendo al igual que yo, su expresión retorcida me fascinaba y entonces lo
detuve obligándolo a salir de mí, me miró confundido.
– ¿Qué haces? – preguntó con la voz entrecortada.
– Lo que me pediste, complacerte – susurré en su oído.
Hice que se sentara en el sillón y yo me senté encima de
él, hincada son las piernas abiertas, absorbiendo su miembro en mi interior, él
puso sus manos en mi cintura, pero, yo las retiré y las entrelacé con las mías
colocándolas a un lado de él, impidiéndole que me tocara, él me miró fascinado
mientras yo me movía libremente lamiendo su cuello y después gimiendo en su
oreja, asegurándome que mi aliento le llegara al interior. Comencé a moverme
con más velocidad, faltaba poco para llegar al éxtasis y juntos lo alcanzamos
emitiendo un gemido bastante audible. Me dejé caer sobre su hombro y le solté
las manos. Emití otro gemido que no pude evitar y él soltó una risita. Me senté
a su lado con las piernas temblorosas recuperando poco a poco mi respiración
normal, de pronto un gruñido proveniente de mi estómago hizo que me
avergonzará.
– El ejercicio intenso provoca hambre – dijo sonriendo.
– Sí, la falta de alimento también, hoy no comí porque… –
él arqueó una ceja y entonces recordé las reglas, estaba a punto de dar más
información de la necesaria – no me dio tiempo – terminé diciendo.
– Bueno, podemos pedir servicio a cuarto.
– ¿A esta hora? – pregunté sorprendida, calculé que
serían cerca de las diez de la noche.
– En este hotel hay servicio las 24 horas.
Se levantó del sillón y lo miré caminar desnudo, tenía un
cuerpo muy bien tornificado, supuse que hacía ejercicio. Tomó el teléfono y
digitó tres números, se volteó hacia mí.
– ¿Qué quieres? – preguntó y después le dijo a quien le
respondió que esperara.
– No conozco el menú de aquí, ¿alguna sugerencia?
– Hamburguesa, son lo mejor.
– Vale, una, pero las papas en otro plato, por favor…
gracias.
Me miró algo extrañado mientras le repetía a su
interlocutor lo que yo le había dicho y pidió otra hamburguesa sin cebolla y
dos zumos, entonces, la sorprendida fui yo, no imaginé que fuera a acompañarme.
Colgó el teléfono y se acostó sobre la cama, tomó el control remoto y encendió el
enorme televisor de pantalla plana, yo me metí al baño a lavarme las manos.
Me miré al espejo, tenía en el rostro una amplia sonrisa,
él surtía un efecto en mí bastante poderoso, todo de él me afectaba, su olor,
su sabor, su cuerpo. Recordé las reglas y decidí quedarme ahí mientras llegaba
la comida, preferí eso a salir y soportar su indiferencia. Minutos después salí
envuelta en una toalla, no supe porque, pero me daba vergüenza que me viera
desnuda si no estábamos teniendo relaciones, él tenía puesta una bata blanca
con el logotipo del hotel y estaba sentado frente a la mesa, las hamburguesas
ya habían llegado, así que recorrí la silla frente a él y me senté y empecé a
comer mientras él hacía lo propio y me miraba.
– Son ricas, ¿verdad? – preguntó y después se comió una
patata,
– Sí, tienen un sabor especial.
– Receta secreta de la casa.
Le sonreí mientras le daba otra mordida a mi hamburguesa,
era tan extraño todo eso, de pronto, sentí que su pie acariciaba mi rodilla,
cerré los ojos en automático, no podía controlarme cuando sentía su piel rozar
la mía, abrí los ojos y me sonreía traviesamente, decidí seguirle el juego, así
que tomé la patata más larga que vi, hice mi cabeza hacia atrás y la introduje
completa en mi boca, él frunció el ceño encantado y se mordió el labio inferior
mientras yo masticaba la patata lentamente, su pie seguía acariciando mi pierna
de la rodilla hacia abajo, abrí un poco las piernas y me deslicé un poco en la
silla para que él pudiera alcanzar la parte interna de mi muslo, tomé la
hamburguesa y la mordí suavemente, tratando de que pareciera sensual, él me
miraba y sonreía, noté que su pecho se movía un tanto agitado, al parecer la
seducción a través de la comida estaba funcionando, yo sentía humedecer mi
parte más íntima.
Terminamos de comer y bebí el zumo que habían llevado,
jugueteando sensualmente con el popote, él también se bebió el suyo creo que de
un solo trago. Se levantó y de su pantalón saco otro condón y se quitó la bata.
Mi respiración ya estaba agitada, necesitaba de él y con cada encuentro crecía
más esa necesidad.
Se acercó a mí completamente desnudo, me quitó la toalla
y me besó desesperadamente mientras nuestros sexos se frotaban. Con una mano
hice a un lado los platos y él me ayudó a sentarme sobre la mesa, abrí las
piernas sólo lo necesario para dejarlo entrar y después enrollé mis piernas en
su cintura, aprisionándolo para lograr un mejor roce mientras él se movía en mi
interior. Le supliqué por más con mi voz distorsionada, él sonreía satisfecho
de escuchar eso e incrementaba los movimientos, tenía una de sus manos en mi
cuello y la otra en mi muslo que apretaba ligeramente, yo hice la cabeza hacia
atrás por la intensa excitación que sentía, mis manos estaban sobre su pecho,
subiendo y bajando, acariciando sus pezones. Hice mi cabeza hacia adelante y él
me besó con ansias, moviendo su lengua sobre la mía de manera intensa, los
movimientos de su cadera aumentaron más y él rompió el beso, un gruñido escapó
de su boca mientras terminaba dentro de mí ocasionando que yo también llegara
al clímax literalmente maullando. Volvió a besarme sin salirse de mí y después
recargó su cabeza en mi hombro tratando de recobrar la conciencia al igual que
yo.
Se separó y sentí un enorme vacío en mi interior cuando
su masculinidad salió de mí, podría tenerla por toda la noche dentro. Se metió
al baño y entonces yo tomé mi sostén y me lo puse, al igual que mi blusa que
empecé a abrochar.
– ¿Qué haces? – lo escuché decir y me sobresalté.
– Vistiéndome – dije con un tono de voz como si no fuera
evidente.
– Aún no terminamos o, ¿ya te tienes que ir?
– No, es sólo que… bueno, entre las reglas y tu actitud,
no sé cuando esto se acaba.
– Cuando veas que yo me visto esa es la señal – dijo fríamente.
CAPITULO 8
Yo debía estarme volviendo loca, esa frialdad, esa
indiferencia, esas extrañas reglas, lejos de hacer que saliera corriendo de ahí
me plantaban en esa habitación, como un árbol echando raíces. Él ejercía un
extraño embrujo en mí, estaba volviéndome adicta, esa era la palabra correcta
para describir lo que sentía, nunca antes había experimentado esa sensación,
tomaba alcohol en fiestas, pero nunca he sentido la necesidad de consumirlo sin
sentido, el cigarro lo había probado sólo una vez y no me gustó. Pero, el verlo
ahí, parado frente a mí, mirándome como si me estuviera analizando me hacía
desearlo, necesitarlo y sentirlo dentro de mí y eso debía sentir un alcohólico
cuando tenía una botella enfrente.
Acortó la distancia que nos separaba, con la punta de su
lengua lamió mis labios mientras sus dedos desabrochaban el par de botones que
yo había logrado abrochar de mi blusa, la abrió y colocó sus manos en mi
cintura atrayéndome hacia su cuerpo en tanto introducía su lengua en mi boca y
frotaba la mía. Mis manos rodearon su cuello y se lo acariciaron, sentí como
desabrochaba mi sostén acariciando de paso la piel de mi espalda, me separé un
poco mientras él me dejaba completamente desnuda de nuevo, sin dejar de
besarnos, empezó a caminar dirigiéndome hacia la cama, cuando la sentí con la
parte trasera de mis piernas me senté. Él fue por otro condón mientras yo me
subía y me acostaba.
Él se tumbó en mí y lamió mis senos alternadamente, en
tanto su mano acariciaba mi cadera, yo acariciaba su cabello, él continuó besándome
hasta mi cuello, al que le dio ligeras mordidas. Lo hice darse la vuelta y yo
fui ahora la que quedó encima de él, le besé y lamí el cuello tomando el condón
de su mano, me hinqué sobre sus piernas y le coloqué el condón deslizando las
yemas de mis dedos en su erección, él jadeo y acto seguido me senté sobre su
miembro y comencé a moverme en círculos colocando mis manos sobre su abdomen
apoyándome. Él gimió más fuerte.
– Oh sí, así – exclamó con la voz entre cortada.
– ¿Te gusta? – pregunté con un hilo de voz.
– Sí, sigue, no te detengas – suplicó.
Seguí moviéndome lentamente, tratando de prolongar la
excitación, puse mis manos entre mis cabellos ahora moviéndome suavemente
arriba y abajo sintiendo sus dedos apretar mis caderas y me detuve. Con un ágil
movimiento, él hizo que me acostara y me embistió con fuerza, entrando y
saliendo de mi cuerpo haciéndome gritar mientras nos mirábamos fijamente
rozando sus labios con los míos, sentía su aliento que, aunado a sus
movimientos, me estaba volviendo loca. Incrementó la velocidad y yo lo abracé
con mis piernas por sus caderas, sentí que llegaba al orgasmo mientras él
embestía por última vez y colapsaba en mi cuerpo.
– Eres fantástica – susurró en mi oído.
– Y tú eres único – respondí aún con la voz distorsionada.
A lo lejos escuchaba sonar mi movil, levanté mi mano
hacia la mesita de noche, pero no lo sentí, entonces abrí los ojos y me
enderecé un poco, me di cuenta que seguía en la habitación del hotel, no supe
en qué momento me quede dormida, ni siquiera me di cuenta cuando él se levantó
de la cama. Me levanté ya que el movil estaba dentro de mi bolso y cuando
llegué a él había dejado de sonar, entonces un papel doblado estaba sobre la
mesa, lo tomé y lo abrí, “Espero que hayas disfrutado de la comida tanto como
yo”, decía con letra de ordenador, una enorme sonrisa apareció en mis labios,
pero, me sobresalté al escuchar de nuevo mi movil, era Olivia en el
identificador.
– ____, ¿dónde estás?, son las diez de la mañana y la
junta con el nuevo cliente es a las once, Scott está desesperado porque no
encuentra la presentación y tenemos horas buscándote, estaba a punto de marcar
al 911.
– Estoy bien, sólo que me quede dormida y no escuché el
despertador.
– Pues date prisa antes de que a Scott le dé un infarto y
de paso a mí por estar escuchando sus gritos, prepárate porque te espera un
fuerte regaño.
Me vestí a toda prisa y salí corriendo de ahí,
afortunadamente un taxi iba pasando y lo tomé de inmediato, le indique la
dirección de mi departamento y cuando arrancó me di cuenta que había dejado la
nota sobre la mesa. Llegué y me di una ducha de cinco minutos, me puse el
primer traje que alcancé con la mano, me cepillé rápidamente el cabello después
de vestirme y salí disparada, en el taxi me maquillé.
Casi me caigo en las escaleras de la entrada del edificio
por las prisas, pero logré detenerme del muro. Apreté el botón del ascensor
mientras miraba mi reloj, eran 11:10 am. Las puertas se abrieron y salió un mar
de gente, cuando estuvo ya vacío, me subí y apreté el botón del piso siete,
pero en el piso dos se detuvo, entró un señor, volvió a detenerse en el piso
tres y subieron dos chicas más, en el piso cinco bajo el señor y entro una
señora de limpieza. Genial dije para mis adentros, cuando más prisa tiene uno
es cuando todo se pone lento. Finalmente llegué a mi destino y salí
rápidamente, acomodé mi pelo aún mojado.
– Vaya, hasta que llegas, el cliente ya está aquí y Scott
está furioso.
– Perdón, es que no dormí bien anoche.
Entré a mi oficina y del cajón del escritorio saque el cd
con la presentación y caminé a paso veloz a la oficina de mi jefe. En el umbral
de la puerta mi corazón se detuvo cuando vi a un hombre con traje negro, era
alto, delgado, de cabello corto y un poco alborotado que estaba parado de
espaldas a mí y frente a mí jefe.
– Aquí viene mi colaboradora estrella – exclamó Scott
cuando me vio cruzar por la puerta.
– Buenos días, perdón por la tardanza – dije nerviosa con
un hilo de voz.
El hombre se dio la vuelta para mirarme y sentí que un
frío recorrió mi espalda.
– Sr. McCan, le presento a ____ , la persona encargada de
llevar su cuenta.
– Mucho gusto – dijo sonriente extendiéndome la mano.
– Igualmente – contesté estrechándosela.
El alma me volvió al cuerpo cuando me di cuenta que no
era mi desconocido, suspiré aliviada y, entonces, caí en la cuenta de algo en
lo que no había pensado, ¿existiría la posibilidad de que algún día me lo
encontrara en la calle con los miles de habitantes que hay en esta ciudad?, ¿su
trabajo tendría que ver con la publicidad?, sacudí la cabeza para librarme de
esos pensamientos y me senté al lado del cliente.
La junta transcurrió de lo más normal, el Sr. McCan quedó
bastante satisfecho con la presentación y nos indicó que necesitaba la campaña
para el viernes por la tarde. En cuanto salió de la oficina, el corazón se me
volvió a acelerar porque no había nada que me salvara del regaño de Scott y lo
confirmé cuando cerró la puerta, ya que siempre la tiene abierta salvo cuando
está con un cliente o cuando no quiere que los demás escuchen lo que tiene que
decir. Caminó en silencio de regreso para sentarse frente a mí y coloco ambos
brazos en la orilla del escritorio.
– Felicidades _____, la presentación estuvo estupenda
como siempre.
– Gracias – respondí tímidamente mientras le daba un
sorbo a mi vaso de agua.
– Pero, eso no te salva de que tengamos una charla tú y
yo, sabes que te aprecio ____, eres una gran chica y además eres comprometida
con tu trabajo y precisamente eso es lo que me preocupa, ¿qué pasa contigo?, la
semana pasada llegaste tarde, no te dije nada porque fue un día después de tu
cumpleaños y bueno, puede ser comprensible, pero hoy te retrasaste más de dos
horas, no me dejaste la presentación y la tenías guardada con llave, no
respondías el movil y no te reportaste para, al menos, saber que estabas bien.
– Perdón, te podría dar miles de excusas, pero la verdad
fue que me quede dormida, anoche no dormí bien y mi celular estaba dentro de mi
bolso y no lo escuchaba.
– Agradezco tu honestidad, eso es lo que me siempre me ha
gustado de ti, pero aparte de eso, te noto extraña, has estado distraída,
ausente, ayer confundiste los slogans de unas marcas que no tienen nada que ver
entre sí, ¿tienes problemas ____?, sabes que puedes confiar en mí.
Me quedé en silencio, ¿qué iba a responderle?, que estaba
perdiendo la razón por un extraño que me hacía suya de cuanta forma se le
ocurría y que eso aumentaba más y más mi ansiedad de querer estar con él, que
mi mente viajaba y fantaseaba con las ideas más inverosímiles que se me
ocurrían con él, que a todo lo que había a mi alrededor le estaba encontrando
un lado sexual que posiblemente ni tenía, que había descubierto una ____
sensual, traviesa, coqueta y sin inhibiciones que desconocía que existía y que
sólo ese hombre desconocido hacía surgir, que me hacía sentir mujer como nadie
lo había hecho jamás. Tomé un respiro antes de hablar.
– Creo que es una crisis post–cumpleaños – respondí
deseando que me lo creyera.
– Niña, eso déjalo para mí que estoy a punto de cumplir
40 años, tú tienes 23, hasta podrías ser mi hija.
– Sí, pero, bueno, a mi edad mis papás ya se habían
casado y yo ya había nacido – yo no deseaba eso, pero fue lo único convincente
que se me ocurrió decir.
– Y por eso ahora están divorciados, tienes una larga
vida por delante ____, eres brillante en tu profesión y tienes mucho futuro
ahí, el matrimonio y los hijos vendrán después, todo en su adecuado momento.
– Lo sé, supongo que me entró un poco de depresión por
estar sola en mi cumpleaños – dije mientras pensaba que fue lo mejor que pudo
haberme pasado – pero, te prometo que a partir de hoy seré la misma chica
responsable de siempre, no más llegadas tarde ni divagaciones en horas de
trabajo.
– Tampoco quiero un robot _____, sólo quería asegurarme
de que estuvieras bien.
– Y lo estoy, mejor que nunca, ¿puedo irme a mi oficina?
– Anda, que tienes mucho trabajo.
Me dirigí a mi oficina y Olivia me siguió para saber el
reporte de la mini charla que había tenido con mi jefe, entramos y ella cerró
la puerta y se sentó frente a mí mientras yo daba la vuelta al escritorio para
ocupar mi lugar.
– ¿Qué te dijo Scott?
– Que estaba preocupado por mí porque últimamente llego
tarde y ando distraída.
– ¿Y tú qué le dijiste?
– Que era una crisis por mi cumpleaños.
– Sí, claro, pero a mí sí me vas a decir la verdad.
– No tengo nada, sólo estoy saturada de trabajo y por lo
mismo anoche no pude dormir, estoy estresada por el coctel que tendremos
mañana, aún faltan detalles, por cierto, tenemos que ir al salón a checarlos.
– Sí, en verdad es un evento importante el de mañana,
pero tú estás rara desde tu cumpleaños, algo sucedió ese día que no sé porque
no me lo quieres decir – abrió los ojos como platos y se llevó las manos a la
boca – Zayn al fin te pidió matrimonio, por eso andas así, toda nerviosa y
ansiosa, te dio tiempo para pensarlo y por eso aún no traes puesto el anillo,
mala amiga, con que ocultándome información.
– Que buena imaginación tienes Olivia, Zayn no me ha dado
ningún anillo ni me ha pedido nada, ¿no recuerdas que me dejó plantada el día
de mi cumpleaños?
– Bueno, es que no encuentro otra razón para tu repentino
cambio, obviamente no se trata de un amante, no te atreverías a engañar a Zayn
y menos con lo…
– Perfecto que es – la interrumpí porque ya me sabía esa
línea de memoria – ¿tan aburrida soy?, como para no buscarme un amante que me
entretenga mientras mi novio no está – ¿eso era en realidad ese extraño para
mí?, ¿sólo un pasatiempo para mitigar mi soledad?, y si era eso porque cada día
que pasaba anhelaba y deseaba más y más estar con él sin importarme lo demás.
– No eres aburrida ____, simplemente eres una chica con
valores que ama a su novio y que jamás haría algo que pudiera dañarlo – se
levantó de la silla – ¿a qué hora vamos al salón?
– Después del almuerzo.
– Vale, entonces iré por mi bolso porque ya sólo faltan
cinco minutos para la una.
CAPITULO 9 (Fin del maratom)
Hoy hacía exactamente tres semanas desde mi último
desliz, me había costado trabajo resistirme, tenía que reconocerlo, había
noches en las que flaqueaba y tomaba el movil pero me obligaba a mí misma a ver
la fotografía que nos tomaron a Zayn y a mí en Disneylandia para tomar valor y
evitar llamar al extraño. Curiosamente Zayn se había dado más tiempo para estar
conmigo, cenábamos juntos tres veces a la semana y todos los domingos habíamos
ido al cine y entonces me sentí más culpable, porque si él estaba teniendo ese
comportamiento es porque había notado algo raro en mí.
Esa noche me encontraba viendo el televisor en mi
habitación, era viernes y a pesar de que eran las ocho yo ya estaba en pijama.
Mi movil sonó y lo tomé de la mesa de noche, el identificador señalaba “número
restringido”, eso me llamó mucho la atención, pero pensé que podría ser algún
cliente de la agencia llamando de un Nextel, así que contesté. “Hola, buenas
noches”, dije amablemente y me respondió el silencio, no se percibía ningún
ruido, “hola, ¿hay alguien ahí?”, pregunta tonta porque evidentemente alguien
me había marcado y debía sostener un teléfono del otro lado. Y, de pronto,
escuché un suspiro que me erizó hasta la punta del último cabello seguido por
el tun, tun, tun que indicaba que había colgado.
Mi corazón se había disparado y me quedé como estupida
viendo fijamente mi movil, en espera de que volviera a sonar, pero nada. Me
levanté bastante inquieta de la cama y empecé a caminar de un lado a otro de la
habitación, como león enjaulado, ¿sería posible que fuera él buscándome?, ¿me
habría echado de menos?, ¿significaba yo algo para él por mínimo que fuera?
Habían pasado 15 minutos y yo seguía con el celular en la mano caminando, miré
al televisor al que hacía rato no le hacía caso y una pareja se besaba
intensamente en una teleserie y, dejé que la debilidad ganara la batalla,
nerviosa busqué su número y lo llamé, después de cuatro timbrazos escuché de
nuevo esa voz que me hacía perder la noción de todo.
– Hola – dijo sensualmente alterando todo mi ser.
– ¿Estás libre esta noche? – pregunté con el alma en un
hilo.
– ¿Lo estás tú? – preguntó confundiéndome.
– ¿Acaso es un reclamo? – respondí seria.
– De ninguna manera, sabes que así no funciona.
– ¿Entonces nos podemos ver?
– Sí, en una hora en el lugar de siempre – dijo después
de unos segundos en silencio.
Colgué y me quité el pijama inmediatamente, fui al
armario y, como hacía frío, tomé unos pantones, una camisa ajustada y una
chaqueta negra, me recogí el pelo en una coleta, me maquillé ligeramente y me
puse perfume. Tomé mi bolso y salí del departamento.
Crucé el lobby y lo vi parado al lado de los ascensores,
vestía también unos vaqueros y un suéter azul, le sonreí nerviosa y él me devolvió
la sonrisa, como era su costumbre me ofreció su brazo y en cuanto lo tomé
presionó el botón del ascensor.
– Buenas noches – dijo con esa hermosa voz aterciopelada.
– Buenas noches – respondí sintiendo como mi cuerpo
temblaba.
Subimos y el ascensor se detuvo en el piso dos, subieron
tal cantidad de personas que se llenó, yo estaba parada delante de él y sentía
su cuerpo pegado al mío que, su
delicioso aroma y al movimiento propio del ascensor, provocó que mi cuerpo empezara
a reaccionar. Él ladeo ligeramente la cabeza para exhalar justo en mi oreja y
en ese momento la excitación aumento al máximo, ¿cómo se atrevía a tentarme de
esa manera?, en un ascensor lleno de gente y con una cámara que grababa todo.
Finalmente bajamos en el piso 15 y parecía que él estaba
empeñado en torturarme porque camino lentamente por el largo pasillo, con sus
manos dentro de los bolsillos de sus cqueris aunque de igual forma me ofreció
su brazo y yo se lo acariciaba suavemente mientras caminábamos.
– Permíteme unos minutos, necesito pasar primero al baño
– señaló mientras deslizaba la tarjeta para que la puerta se abriera.
Yo asentí con la cabeza mordiéndome el labio inferior,
así que me quede parada en la mitad de la habitación, esperando. Pasaron cinco
minutos y no salía, definitivamente me estaba torturando, así que decidí
devolverle la jugada. En cuanto salió me dio la sonrisa traviesa que me
encantaba y se acercó a mí, levantó sus manos para tomar mi rostro pero yo se
las tomé de las muñecas impidiéndoselo, me miró confundido y entonces lo besé
con ansias, prácticamente devorándolo, como había extrañado su sabor, su lengua
desenfrenada moviéndose y frotando la mía con la misma desesperación que yo
sentía, quiso escaparse y entonces rompí el beso.
– Esta noche será a mi manera – susurré sensualmente en
su oído.
– ¿Ah, sí?, ¿y qué tienes en mente? – preguntó mirándome
fijamente a los ojos.
Le sonreí mientras lamía su cuello, su fuerza era mayor a
la mía y logró soltarse, pero yo le aventé los brazos para evitar que me tocara
en tanto mordisqueaba suavemente su cuello, empecé a levantar su suéter y él
levanto las manos y se lo quité, traía una polera demasiado ajustada que
marcaba perfectamente su anatomía, se la levanté un poco y comencé a lamerle el
abdomen, él quiso poner sus manos en mis hombros y nuevamente se las quité, un
jadeo escapó de sus labios, el juego estaba funcionando y sonreí mientras
seguía lamiendo su torso al tiempo que subía la camisa hasta que se la quite
por completo.
Volví a sonreírle y lo tiré a la cama, él se mordió el
labio, yo me hinqué y le quité los zapatos y los calcetines. Después desabroché
el cinturón y el pantalón que también le quité al igual que su ropa interior,
me lamí los labios al ver su erección, en verdad lo había echado muchísimo de
menos. Lo tomé con una mano y empecé a darle placer con mi boca, sus gemidos se
intensificaron, yo seguía impidiéndole que me tocara y, rendido, se acostó en
la cama mientras mis labios viajaban a lo largo de su erección hasta que sentí
que estaba a punto de terminar, me detuve y me acerqué a sus labios que bese
frenéticamente mientras mi mano acariciaba su masculinidad hasta hacerlo llegar
al clímax segundos después.
Me separé un poco para mirarlo, la punta de mi nariz rozaba
la suya, tenía una expresión de placer en el rostro que me fascinaba, me
satisfacía sobre manera ser yo la responsable de esos gestos. Quiso besarme y
yo hice mi cabeza hacia atrás pero alcanzó a lamer mis labios. De pronto me
envolvió en sus brazos y me hizo acostarme en la cama, me tomó de las muñecas y
extendió mis brazos a los lados de mi cabeza, yo quise librarme de su prisión,
pero no pude, me sonrió una vez más.
– Ahora es mi turno – susurró mirándome fijamente a los
ojos.
– Pero… – su boca en la mía silenció mi protesta.
– Fue tu idea jugar rudo esta vez – dijo en mis labios y
su aliento inundó mi nariz – prohibido tocar o prolongaré más la tortura –
sentenció mientras se hincaba en la cama, yo me lamí los labios.
Hola! sin mucho tiempo ... Aqui estan los 3 caps ... espero que les esten gustando ... Hasta pronto y que esten bien :)
Buenizimaaa!! Estoy segura que fue Tom quien llamoo..
ResponderEliminarSiguelaaa chachi ;(
:O super Hot jajajaj me encantoooo jejejeje oye una pregunta xq dice fin del maratom??? me encanta Tom para mi q ellos van a terminar enamorandose ojala sea asi :)
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